Investigadores cuestionan el uso de sexbots

Investigadores cuestionan el uso de sexbots

person access_timeSep 23, 2018 show_chart923 Vistas chatComentarios

En un editorial publicado en BMJ, Chantal Cox-George, del St George’s University Hospitals NHF Foundation, y Susan Bewley, del King´s College de Londres (Reino Unido), argumentan que no hay base científica para promover el uso clínico de los sexbots.

En ese sentido, las investigadoras realizaron un estudio teniendo en cuenta las búsquedas de internet relacionadas con las implicaciones para la salud del uso de los robots y la opinión de los expertos en la materia.

Según las autoras, los sexbots podrían ser útiles ante la disfunción eréctil o el celibato forzoso que supone la pérdida de la pareja. Pero la realidad es que los robots podrían empeorar problemas ya existentes, ya que no satisfacen la necesidades de intimar con alguien o el deseo recíproco.

Por su parte, los ‘sexbots’ como se les conoce en inglés, son androides diseñados para satisfacer los deseos sexuales. Aunque puede parecer futurista, la realidad es que la industria de la tecnología sexual ya está valorada en cerca de 30.000 millones de dólares estadounidenses y los sexbots podrían propiciar que este mercado creciese aún más.

Al respecto, la profesora Bewley, expresa “Hemos encontrado muchos puntos de vista, desde aquellos que piensan que no hay nada malo ni peligroso en practicar sexo con muñecos de plástico realistas; hasta aquellos preocupados porque la tecnología se adapte para permitir a los consumidores llevar a cabo sus fantasías interactivas sobre violaciones violentas”.

También añade que “No hay ninguna evidencia que apoye los beneficios para la salud y, por lo tanto, no podemos hacer ninguna recomendación a favor o en contra del uso de los sexbots. Aconsejamos al público general que sea escéptico sobre sus supuestos beneficios”.

De igual forma, explica que “No está claro si la pedofilia es un trastorno médico que puede ser tratado. En vista de la falta de pruebas, llamamos a la cautela respecto al uso de los robots sexuales con apariencia de niños como ‘tratamiento’, a no ser que sea probado de forma rigurosa, científica y éticamente aceptable”.



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