El doctor que bebía vómito y se inyectaba orina

El doctor que bebía vómito y se inyectaba orina

person access_timeApr 19, 2017 show_chart1080 Vistas chatComentarios

La fiebre amarilla devastó a la población de Filadelfia a principios del siglo XIX, hombres que se sacudían en sus camas de la fiebre, piel en un tono limón enfermizo con manchas rojas y marrones en todo su cuerpo, y constantes vómitos color negro. En aquella escena, un hombre se acercó al paciente, un joven doctor que mientras el enfermo vomitaba esperaba que terminara para evaluar los desechos y hacer algo increíblemente... ¿valiente?

El joven doctor era Stubbins Ffirth, y estaba convencido que la fiebre amarilla no era contagiosa, por lo que valerosamente se expuso a la enfermedad en todas las formas posibles. Ffirth tomó la cubeta llena en casi su totalidad de "materia", aquella cosa que tenía un hedor abrumador pero el doctor ni pestañeó, y en su lugar, tomó una taza se sirvió vomito y lo tomó  de un trago.

Avalado en su hipótesis de que la fiebre no era contagiosa, sino que se desarrolló por un exceso de estimulantes como el calor, los alimentos o el ruido, ideó una serie de pruebas, en animales, exponiéndolos a comer pan sumergido en el vómito negro de los pacientes contagiados; y a sí mismo, bebiéndolo, poniéndolo en heridas que el mismo se hacía, "humedeciendo" sus ojos, como no lograba contagiarse, pensó que su punto había sido probado, sin embargo pensó que debía probar más líquidos contaminados con la fiebre, como por ejemplo, la sangre, la saliva o la orina.

Se dispuso a probarlos todos a través de inyecciones en sus brazos, y aunque en ninguno de los casos pasó a más de una leve inflamación, el joven doctor pensó que había probado su punto, y que la fiebre amarilla no era contagiosa, cosa que hoy en día sabemos lo es, y que se propaga por los mosquitos.



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