Las dos realidades del deporte en Panamá

Las dos realidades del deporte en Panamá

person access_timeDec 6, 2011 show_chart6535 Vistas chatComentarios
Con gran alegría recibíamos los panameños la noche del sábado la noticia de que nuestro súper campeón Anselmo “Chemito” Moreno vencía en su primera pelea en Estados Unidos bajo la tutela de Golden Boy Promotions de Oscar de la Hoya, a un Vic Darchinyan que a todas luces era la prueba más grande que tenía el boxeo panameño en los últimos años. Llenó los corazones de los panameños de orgullo y de sentimiento patrio, de ese sentimiento que se vivió cuando Roberto Durán conquisto su último campeonato mundial allá por la década de los ‘80 o de aquel que vivimos cuando Irving Saladino le dió a Panamá su primera medalla de oro en una olimpíada. 

Béisbol, fútbol, atletismo, natación e inclusive baloncesto por mencionar algunos deportes demuestran siempre que en este bendito País los habitantes fueron dotados de habilidades atléticas increíbles y que sobrepasan en nivel per cápita a países muchísimos más grandes y de mayor población. No hay deporte en que nos propongamos algo y no salgamos adelante, siendo el ejemplo más claro la participación que tuvo Panamá en el deporte bobslead, que no es más que una competencia de velocidad en trineo sobre hielo y en que la última competencia, un equipo panameño improvisado el último año logro quedar entre los 10 primeros de Latinoamérica en las pruebas que se realizaron en Canadá. Esto por no mencionar esgrima, pesas y lucha que también han logrado hacer vibrar los corazones de los panameños y que aunque la inmensa mayoría no conoce a profundidad, por el solo hecho de que representan esa a bandera tricolor que juramos amar en la escuela, le aplaudimos y vitoreamos a nombres como Alfredo Far en lucha, Jessica Jiménez en esgrima y Alexis Batista en pesas. 

Y esa es una de las realidades del deporte panameño, aquella realidad que se alimenta del sueño de los jóvenes que respiran una ilusión, de los padres y familiares que apoyan un sueño y de una comunidad que disfruta la inocencia de aquellos que solo lo hacen por amor al deporte y a su país, esa ilusión en que todos convergen y que es ver en ellos la próxima gran figura deportiva nacional que hará rugir las voces de un pueblo y los corazones de una nación cuando en un futuro lejano se pueda escuchar el himno o el nombre de Panamá en los reflectores internacionales. Esa es la realidad del deporte panameño que a todos nos gusta leer, ver y escuchar, aquella que nos dice que grande eres Panamá. 

Y es esta bonita realidad que se topa directamente a medida que crece en desarrollo individual con la fea realidad que existe a nivel organizacional en las altas esferas deportivas de nuestro país.
Esta fea realidad se ha encargado de nacer como un cáncer en los últimos años, engendrado por figuras tipo Melitón que por escándalos de juegos olímpicos tuvo que dimitir, tipo Sanchíz que con el paso del tiempo ha hecho todo lo posible para preservar sus interés personal por encima del colectivo o mentes maquiavélicas tipo Weever que por ser los “más astutos” le costó a nuestro país ser descalificados de un clásico mundial de béisbol solo por “no pagar los seguros de los jugadores” Esta fea realidad que ha hecho metástasis en otras esferas deportivas y que ya cala profundo en el deporte nacional haciendo que de una potencia en béisbol y baloncesto ahora solo seamos un hazme reír de la región. 

Fea realidad que ata de manos a un pueblo que ve con buenos ojos como las categorías inferiores, ese semillero de esperanza germina y da buenos talentos, para caer en el engranaje de intereses que a todos los exprime y no da nada a cambio. Engranaje del que ya forma parte el gobierno nacional lastimosamente y en donde vemos que su falta de visión a largo plazo los pone a pensar en si construir infraestructura necesaria para el desarrollo del deporte a nivel profesional o si simplemente jugar a las pulseadas con los dirigentes olímpicos a ver quién aguanta más haciéndole daño al deporte y por ende al país.

Si quieren ver que tan mal estamos en esta segunda realidad pregúntense como es posible que un campeón olímpico de la talla de Irving Saladino tenga que entrenar en el destruído estadio Armando Dely Valdés en vez de instalaciones de alto rendimiento. Quieren saber que tan mal estamos, pregúntenle a Andrea Ferris porque estaba dispuesta a participar por cualquier otra bandera en los panamericanos ya que en Panamá la dirigencia de atletismo la amenazo y no le quizo inscribir en dichos juegos, aunque ella hubiese ganado con sudor y buenos tiempos su cupo. Quieren ver finalmente que tan mal estamos en esta realidad deportiva, sólo pónganse a pensar que con todas las glorias de boxeo que nos ha dado Panamá aún no existe de parte del gobierno un plan integral para desarrollar boxeadores amateurs para que nos representen en olimpíadas. 

Esto solo por mencionar algunos de los muchísimos ejemplos de cómo el atleta panameño sobresale por el mismo, no por apoyo de nadie ya que el 90% de los casos es el boxeador que para ser profesional tienen que sufragar hasta el entrenador, del beisbolista que tiene que ver que hace cuando se acaba la temporada para vivir porque no existe un trabajo que de 3 meses de vacaciones para que pueda desempeñarse a plenitud -pregúntenle a Bienvenido Cedeño- o de aquel futbolista de la LPF que tiene que salir de su trabajo de 8 horas para ir a representar una camiseta y un barrio. 

Es este choque de realidades que deja siempre en los panameños un sabor agridulce, más amargo que dulce puesto que sabemos que no es fácil para ninguno de los atletas alcanzar la elite y más difícil es cuando los que tienen como labor defender los intereses de los deportistas, se hacen de la vista gorda y solamente aparecen cuando surgen los campeones olvidando que existen los más que con apoyo pueden aspirar a ser iguales o mejores. ¿Alguna vez pensaron qué potencia deportiva MUNDIAL podríamos ser si se tomara en serio el deporte en un país donde el talento desborda? 

Ya va siendo hora en las altas esferas tanto gubernamentales como olímpicas de comenzar ha reservar citas con las ópticas para ver claramente la grave situacion que afrontamos y dejar todo el resto de panameños de ser pasivos con los que dirigen el deporte. Ya va siendo hora de exigir más desarrollo en infraestructuras y apoyo a las ligas de cualquier deporte para desarrollar una cultura del deporte y no una cultura de tortura, amenazas y malagradecimiento con los que verdaderamente trabajan. Cambiemos el enfoque de que con el deporte solo ganan los de arriba, pensemos en que con el deporte podemos ganar todos. 

Ya va siendo hora de que cuando recibamos a un campeón como Anselmo “Chemito” Moreno todos podamos decir que es nuestro campeón a cabalidad y no una frase que acuñamos solo por el fervor del momento. Aplausos para los deportistas que a sabiendas de esta realidad igual siguen soñando ver su bandera y escuchar su himno nacional en los más grandes escenarios. ¡Que Viva Panamá!


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